Luchando por trabajadores de Luisiana

BATON ROUGE, La. — Vestidos con camisetas con el nombre de su sindicatos, la NAACP o ACORN, más de mil hicieron una manifestación por empleo, salarios justos, viviendas asequibles, y servicios públicos para el sur de Luisiana. La gobernadora Kathleen Blanco, el reverendo Jesse Jackson, el presidente de la AFL-CIO John Sweeney y el reverendo Al Sharpton se unieron a los trabajadores y activistas comunitarios, que llamaban por un programa de reconstrucción que ponga a las víctimas de los huracanes Katrina y Rita primero. Los oradores también exigieron que el gobierno federal otorgue subsidios y no préstamos a los gobiernos locales para proveer servicios básicos.

La coalición Nueva Oportunidades para la Acción y Esperanza [NOAH por sus siglas en inglés y que en español significa Noé], que fue organizada por grupos comunitarios y laborales, celebró el restablecimiento de la protección de salario de la Ley Davis-Bacon de parte de la administración Bush, aunque fue debido a la presión de masa. Los organizadores del evento dijeron que este era solo el primer paso.

“La única manera que podemos recuperarnos es con empleos que pagan un salario adecuado para los trabajadores de Luisiana primero. No estamos solo reconstruyendo a Luisiana, sino que estamos reconstruyendo vidas”, dijo Sibal Holt, presidente de la AFL-CIO de Luisiana.

Dos meses después de la peor catástrofe en la historia reciente de nuestro país, cientos de miles todavía viven desplazados y sin trabajo, mientras que los intereses agresivos empresarios y de bienes raíces y construcción están entrando en la región para beneficiarse de la destrucción.

En un instante, 75 electricistas locales sindicalizad fueron despedidos de un trabajo en una base aérea y fuera del estado, trabajadores no sindicalizados fueron entonces contratados por un contratista de la corporación Halliburton, BE&K.

El dirigente sindical Barry Kaufman, como cientos de miles otros residentes de Nuevo Orleáns, perdió su hogar y no tiene donde quedarse cerca de su trabajo. “Me coge cuatro horas al día para viajar a y desde mi trabajo. Gente necesitan un sitio donde quedarse. Eso es número uno. Después las escuelas, para traer a las familias de nuevo. Y salarios justos, no salarios de hambre como antes la tormenta”, Kaufman le dijo a Nuestro Mundo.

“Esa fueron mi gente al frente de Centro de Convenciones. Ellos ganaban $8 la hora y no tenían manera de salir” cuando llegó Katrina.

Anthony Gómez del sindicato de albañiles dijo que su unión laboral, como muchos otros, estaban ayudando a sus miembros con un fondo especial de emergencia. “Yo perdí mis herramientas, camión y andamio”. Gómez tenía seguro contra inundaciones, pero la miríada de la burocracia ha obstaculizado algunos pagos.

Los sindicatos están tratando de comunicarse con sus afiliados que ahora están por todas partes del país, muchos en Tejas, Florida y Georgia. “Estamos comunicándonos con nuestros miembros. Conectándolos con servivios. Hablándoles. Ayudándolos tomar decisiones”, dijo Garrick Farria, director del sindicato UNITE-HERE en Luisiana. Farria, de Metarie, fue ubicaos a Dallas con su esposa e hijos. Mientras el matrimonio Farria trabaja con su situación y conectan con sus compañeras y compañeros sindicales, sus hijos todavía están en Tejas con familia. La cuestión de familias separadas todavía es un problema principal para los sobrevivientes.

Los sindicatos tienen ira con el alcalde de Nuevo Orleáns, Ray Nagin, por no nombrar representantes laborales a su comisión de reconstrucción de 17 personas. “¿Como uno puede reconstruir sin trabajadores?”, preguntó Kaufman.

Jackson, que empezó su discurso con una Carta de Derechos para los sobrevivientes de la tormenta que incluye “el derecho de retornar” recibió fuertes aplausos.

“El carácter nacional [de nuestro país ] está en juego”, él dijo y criticó a los que cambiarían el carácter racial del área. “Esta crisis no es una oportunidad para cambiar el carácter de Luisiana y Nuevo Orleáns”.

Llamando a la administración Bush a que ayude a la región, Jackson preguntó que ¿donde estaba el dinero? Eso se convirtió en lema para los participantes.

El reverendo Al Sharpton también motivó a la multitud. “Es hipocrecía sentir luto por Rosa Parks y a la misma vez desplazar a los hijos de Rosa Parks. [La compañía] Bechtel está tratando de mudarlos para afuera. Pero como Rosa Parks, no nos iremos, Mant^nganse sentados en sus asientos”.

Llamando a los compinche de Bush unos “animales avariciosos depredadores”, John Sweeney acusó a las corporaciones de saquear a Nuevo Orleáns y poner el costo de la reconstrucción sobre las espaldas de los más necesitados “recortando los mismos programas federales que los sobrevivientes dependen más – Medicaid, Asistencia Temporaria para Familias Necesitadas, préstamos estudiantiles, asistencia para vivienda1s – todo mientras continúa con sus recortes de impuestos para los ricos”.

Sweeney llamó al gobierno federal que reconstruya de una manera donde reemplaza a la “pobreza y el racismo con oportunidad y justicia”.

Preocupados que las corporaciones explotarán las divisiones potencials dentro de la clase trabajadora, los sindicatos están trabajando fuerte para fomentar la unidad entre los trabajadores de todas las razas y origen nacional. Un local sindical de Houston, cuya membresía son mayoría mujeres inmigrantes de Centroamérica y Méjico, se unió a la manifestación en solidaridad con sus compañeras y compañeros de Luisiana.

“Los trabajadores entienden que el trabajo va primero a los trabajadores de Luisiana”, dijo un organizador de la unión laboral SEIU a Nuestro Mundo. Holt, de la AFL-CIO de Luisiana, dijo que no había nada malo con que inmigrantes buscaran trabajo en la región, pero que los sobrevivientes de la tormenta, negros, latinos, asiáticos, indios y blancos deben ser los primeros considerados.