Votantes rechazan mentiras corporativas sobre libertad de escoger

El 4 de noviembre rechazaron los votantes una campaña antisindical de las grandes corporaciones en contra de la Ley de Libertad de Escoger para los Empleados [EFCA, por sus siglas en inglés] y contra los candidatos elegidos que apoyan a la propuesta, que ocupa el primer lugar en la agenda sindical después de las elecciones.

Expresaron seis flamantes senadores electos su fuerte apoyo a la propuesta de ley, a pesar de los millones de dólares gastados por la Cámara de Comercio de EEUU y empresarios para derrotarlos. Los nuevos senadores, el congresista Mark Udall, de Colorado, Jeanne Shaheen, de New Hampshire, el congresista Tom Udall, de Nuevo México, Kay Hagan, de Carolina del Norte, Mark Warner, de Virginia y Jeff Merkley, de Oregon, pueden tener un papel clave en la aprobación de la legislación. La EFCA aumentaría inmensamente el número de trabajadores sindicalizados porque exige reconocimiento de sindicatos en lugares de trabajo en cuanto firme una mayoría de trabajadores tarjetas de compromiso expresando su deseo de ser representado.

La propuesta de ley fue aprobada por la Cámara Baja el año pasado pero murió frente a la amenaza de ser bloqueada por los Republicanos en el Senado. El presidente Bush había prometido vetar a la propuesta en caso de su aprobación en el Senado.

Pero el escenario ya es distinto debido a las mayorías progresistas fortalecidas en las dos cámaras y al presidente electo Obama, copatrocinador de la EFCA en el Senado que ha dicho que va trabajar por la aprobación de la propuesta una vez que él esté en la Casa Blanca. Como candidato a la presidencia mostraba Obama sus credenciales prosindicales cuando hasta marchaba en las líneas de piquete con huelguistas, incluso frente al Congress Hotel de Chicago, en donde los empleados tienen cinco años en huelga.

Muestra una encuesta de Peter D. Hart Associates tomada poco después de las elecciones que casi dos de cada tres votantes creen en la importancia de la aprobación a la EFCA y casi la tercera parte cree que esto debe ser una prioridad máxima para el Congreso. Globalmente, declaró un 55 por ciento de los votantes su apoyo a los sindicatos laborales, contra apenas un 27 por ciento de desaprobación.

Hace mucho tiempo que el movimiento sindical ha mirado a la EFCA como medida esencial para reconstruir la economía estadounidense. Según David Bonior, presidente de Derechos Norteamericanos en el Trabajo, grupo afiliado a la AFL-CIO, “Los trabajadores están apoyando a la EFCA porque esta les ofrece a la gente trabajadora la libertad de hacer su propia decisión sobre si van a sindicalizarse o no, y de cómo formar su unión. La gente trabajadora está luchando para sobrevivir y la EFCA les va permitir a más gente negociar para mejores salarios y condiciones de negociación; lo que, en turno, nos ayuda a reconstruir a nuestra clase media y crear una economía que trabaja por todos”.

Mientras que no es ninguna sorpresa que hay fuerte apoyo a la EFCA entre el movimiento sindical y aliados, hay un creciente reconocimiento, hasta en algunos círculos empresariales, del papel esencial que desempeñan los sindicatos.

Robert Rubin, Secretario del Tesoro bajo el presidente Clinton y ahora director de Citigroup, acaba de escribir, junto con Jared Bernstein, economista destacado del Instituto de Economía Política, un artículo para the New York Times. Escribieron ellos, “El problema es que en gran parte,los beneficios de los aumentos de productividad han escapado a las familias trabajadoras. Auque haya crecido la productividad en un 20 por ciento desde 2000 a 2007 los ingresos reales de la clase media, de los hogares de edad para trabajar, ha caído en realidad en $2.000, una baja de 3 por ciento”.

“Un factor tras este resultado es el poder de negociación gravemente restringido de muchos trabajadores, y aquí ha jugado un papel clave el declive en la sindicalización. Una economía verdaderamente de mercado debe tener verdaderos mercados de fuerza laboral en los cuales los trabajadores y los comerciantes puedan negociar como partes iguales. Hace muchos años el economista John Kenneth Galbraith argumentaba que era necesaria la negociación colectiva para ofrecerles a los trabajadores la fuerza contravalecente necesario por negociar por su justa parte del crecimiento que ellos mismos ayudan a producir. Para reestablecer esa fuerza los trabajadores deben tener la opción de sindicalizarse o no”.

Además de dejarles a los trabajadores escoger con marcar una tarjeta no más, la EFCA marcaría un aumento significativo en penalidades, hasta $20.000 por violación, a compañías que contravengan leyes laborales y facilitaría órdenes judiciales contra los que violen las leyes laborales. La ley exigiría también arbitraje obligatorio entre sindicatos y patrones si estos no pueden llegar a un acuerdo sobre un contrato inicial dentro de 120 días después del comienzo de pláticas.

Una de las razones por qué la ultraderecha está tan resuelta a derrotar la EFCA es que teme que un mayor movimiento sindical fortalecería al más amplio movimiento progresista que ayudaba elegirle como presidente a Barack Obama, concretándose así una nueva dirección progresista en la política norteamericana.

Aun con sus números actuales, tuvieron los votantes sindicalistas un impacto profundo sobre estas elecciones. En todos los estados en contención, encontró la encuesta Hart que estos apoyaron a Obama por un margen impresionante de 68 a 30 por ciento.

La “diferencia” especial sindicalista fue mostrada de manera dramática en otros resultados:

Ganó Obama entre hombres blancos sindicalizados por 18 puntos mientras perdió por 16 puntos entre este sector del público en general.

Votaron veteranos sindicalizados a favor de Obama por un margen de 25 puntos. Perdió en ese grupo entre el público en general por 9 puntos.

Ganó Obama hasta entre los sindicalistas dueños de armas de fuego por un margen de 12 puntos, aunque perdió por 25 puntos en ese grupo entre el público en general.

jwojcik@pww.org