Ser antiinmigrante es ser antisindical

Trabajadores de servicio y mantenimiento en la Universidad Yale, integrantes del Local 35 del sindicato UNITE-HERE, se han convertido en el blanco de una agrupación de odio contra los inmigrantes, cuyo fin es fomentar divisiones raciales y minar al liderazgo del sindicato.

Varias peticiones y volantes atacando al sindicato aparecieron en el sitio de trabajo durante el periodo para solicitar el carnet de identificación de New Haven en el plantel de la universidad. La tarjeta, que da acceso a servicios municipales de la ciudad de New Haven, es disponible a los residentes de dicha ciudad sin importar la edad o el status migratorio de la persona. La Liga Nacional de Ciudades ha honrado a New Haven por sus intentos de integrar a los inmigrantes en la comunidad.

El grupúsculo antiinmigrante “Community Watchdog Project” cuyo sitio en el Internet contiene coneciones a grupos ultraderechistas como la Sociedad John Birch y los Minutemen, vino a New Haven para oponerse a la tarjeta de identificación. Han puesto en circulación volantes antiinmigrantes y antisindicales llenos de información falsa y racismo, y haciendo un llamado a los integrantes del sindicato a que dejen de pagar sus cuotas sindicales porque el sindicato ha “vendido” a los derechos de los trabajadores norteamericanos por haber apoyado a los inmigrantes.

Fotos que parecen como fotos de arrestos con la imagen del presidente del Local 35, Bobby Proto, además de oficiales sindicales afronorteamericanos incluyendo el vicepresidente Mark Wilson, vienen acompañados por acusaciones escandalosas de que este sindicato además de la AFL-CIO y el sindicato SEIU ven a los trabajadores inmigrantes como “un mercado lucrativo para cuotas para mantener funcionando a la burocracia sindical”.

Hace cinco años, los trabajadores de Yale participaron en la Jornada de Libertad para los Trabajadores Inmigrantes. Cuando los miembros del Local 35 salieron en huelga, los trabajadores inmigrantes que la gerencia trajo en autobuses para servir como rompehuelgas, tuvieron el valor de negarse trabajar y en lugar de eso, se unieron con los huelguistas en sus piquetes. Esa acción de solidaridad convenció al sindicato a apoyar la tarjeta de identificación este año.

Explotando al miedo, los volantes del grupo “Watchdog” dicen que la política pro inmigrante del sindicato “condena a los trabajadores norteamericanos a una carrera al fondo en términos de salarios y condiciones de trabajo”. De hecho, dicha carrera es causada por las transnacionales antisindicales en su búsqueda de cada vez mayores ganancias, lo cual tiene el total respaldo de las políticas comerciales y militares del gobierno estadounidense.

Los sindicatos en Yale están movilizando su integrantes y aliados en la comunidad en preparación para negociaciones para un convenio nuevo. Los subcontratos han eliminado muchos trabajos en la universidad que antaño correspondían a trabajadores sindicalizados. Causar divisiones entre trabajadores blancos, afronorteamericanos y latinoamericanos, que es la meta de “Watchdog”, prestan servicio al patrón. Solo manteniendo la unidad y quedandose con el sindicato se puede aumentar los salarios y condiciones de trabajo de todos los trabajadores.

El prejuicio antiinmigrante aparece en la universidad a la vez que los estudiantes afronorteamericanos están protestando en contra del graffiti racista, y trabajadores secretariales y técnicos están protestando en contra de un incidente espantoso de prejuicio racial en contra de un trabajador afronorteamericano en la biblioteca.

El gobierno del presidente Bush, pro corporación y antitrabajador ha fomentado esta ola fea de racismo. Pero desde Yale a Jena, Luisiana, el pueblo se une para hablar a favor de la igualdad y justicia. La voz más poderosa a favor de los derechos del obrero y de la igualdad será cambiar el rumbo del país en las elecciones de 2008.