Estudiantes chilenos muestran camino a movimiento internacional de indignados

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Una ola de indignación contra el dominio del mercado y de los banqueros está dando la vuelta al mundo. Protestan manifestantes contra recortes a salarios y pensiones en Europa, el poder del dinero en EEUU, y el abandono a los jóvenes por todas partes. En Europa el desempleo entre los de menos de 25 años de edad anda por el 25 por ciento, y en España, 43,6 por ciento. El año pasado aumentos a colegiaturas fueron recibidas con inmensas protestas estudiantiles en Bretaña e Italia. Egresados universitarios recientes en EEUU que se unen al movimiento para Ocupar a Wall Street nos cuentan de sus malas perspectivas para encontrar trabajo e pesadas cargas de deuda.

Los estudiantes chilenos están dando lecciones al movimiento global. Trabajando desde hace cinco meses y dependiendo de decisiones colectivas, los estudiantes allí han movido de las demandas inmediatas a una crítica global al sistema politicoeconómico dominante chileno, herencia de la dictadura Pinochetista. Han creado alianzas con sindicatos laborales, con grupos indígenas y con movimientos sociales.

Cientos de miles se han manifestado una y otra vez tras el curso de las semanas, y con las escuelas ocupadas y el ausentismo en aumento, realizaban los estudiantes una huelga general el 25 de agosto en colaboración con los trabajadores. El gobierno del presidente derechista Sebastian Piñera comenzó negociaciones con dirigentes estudiantiles. Entre las cuestiones en la mesa son una educación gratuita y de alta calidad para todos, un control nacional en vez de local sobre las escuelas, y la educación como derecho, no como algo que se compra con dinero.

La educación universitaria en Chile es la más privatizada en toda América Latina. Las familias y los estudiantes tienen que cubrir casi el 85 por ciento de las colegiaturas que se cobran por asistir a las universidades chilenas. Los niveles de deuda para las colegiaturas y cuotas estudiantiles están por las nubes.

Fracasaban las negociaciones, que servían solo para provocar mayores críticas a los dirigentes estudiantiles como irresueltos y para ofrecerles una breve esperanza a los estudiantes preocupados por perder becas y un año de créditos académicos. Respondió el movimiento estudiantil con volver a las calles a nivel nacional el 7 de octubre para encontrar la represión policíaca. Fueron arrestados 205 en Santiago. El gobierno ya está considerando nuevas leyes para criminalizarles a los manifestantes estudiantiles. En estrecha colaboración con la principal confederación sindical chilena, lanzaban los estudiantes una nueva huelga general para el 18 y 19 de octubre.

Desde hace meses han estado exigiendo cambios constitucionales y el fin de un sistema electoral "binomial" que empuje los partidos políticos a dos coaliciones. En el curso de las pláticas regresaban los negociadores estudiantiles a cuestiones mayores que afectan a toda la sociedad. La educación universal sería pagada con reformas tributarias y nacionalización de la industria del cobre. En esto se reunían con la Asociación de Maestros Chilenos para organizar un plebiscito nacional extraoficial.

En el 7 a 9 de octubre, el 90 por ciento del 1,5 millón de personas que participaban en el mismo contestaban que "sí" a cuatro preguntas: ¿Crees que el estado debe que garantizar una educación gratuita, de buena calidad? ¿Crees que el gobierno debe que retomar control sobre las escuelas? ¿

Subraya el dirigente estudiantil Giorgio Jackson al nuevo papel de los estudiantes como protagonistas. Escribiendo para Le Monde Diplomatique, declara Jackson que el "eje central es la desigualdad dominantes en Chile que nos permitió despertar al descontento latente". Explica él, "De las demandas iniciales de acceso a la educación, su financiamiento y su democratización, hemos llegado a una clara demanda ciudadana por cambios constitucionales...se ha profundizado el proceso y junto con los ciudadanos hemos empezado a tratar de los problemas básicos. No entremos a una discusión constitucional al comenzar... Eso exige un proceso educacional [y] quizá fue eso nuestro mayor éxito".

Los estudiantes chilenos están haciendo un ejemplo en América Latina. Por toda Colombia el 12 de octubre casi medio millón de estudiantes, junto con sus maestros, se manifestaban en apoyo a la educación pública, enfrentando a una violencia policíaca mortífera. Por las razones que sean, los victimas colombianos de la pobreza, del desplazamiento y de la represión política todavía no han logrado organizar acciones semejantes.

Los estudiantes de la República Dominicana, juntos con grupos de maestros y otros, se manifestaban en repetidas ocasiones en octubre contra un nuevo presupuesto nacional dedicando menos del dos por ciento del producto nacional bruto a la educación pública. La ley exige un gasto de por lo menos un cuatro por ciento.

Hablando recientemente de los estudiantes chilenos, afirmó el vicepresidente boliviano Álvaro García Linera que "Su demanda por la educación como derecho colectivo nos lleva a la vieja discusión Marxista sobre valor de utilidad contra valor de cambio. ¿Tiene la educación valor como utilidad, algo que se necesita para satisfacer las necesidades humanas? Los jóvenes que luchan por la educación... están luchando por un nuevo universo".

Lo que sean las aspiraciones de los estudiantes y su ejemplo, la movilización nacional del 18 al 19 de octubre provocó la dura mano del estado. Antes de la fuerza de por lo menos 200.000 manifestantes; dijo la policía que 20.000; el presidente Piñera había anunciado que iba recurrir a la Ley de Seguridad del Estado que proviene de la dictadura pinochetista. La policía atacó a la muchedumbre con cañones de agua y gas lacrimógena, ignorando, según dirigentes estudiantiles, la diferencia entre masas de manifestantes pacíficos y autorizados por autoridades locales por una mano, y bandas de porros encapuchados al otro. Al fin fueron arrestados 373 manifestantes y fueron heridos alrededor de 30.

Además, el gobierno acaba de anunciar la conscripción militar a 57.793 jóvenes de 18 años de edad para el servicio militar obligatorio. De ese número, muy en exceso a las llamadas normales, seleccionaría el ejército a 11.340 nuevos soldados. La intención, dicen críticas, es intimidarles y reducirles las filas a los manifestantes estudiantiles.

Foto: Manifestantes estudiantiles en Chile. Rafael Edwards // CC 2.0