El fin de la Copa Mundial de Fútbol

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Hugh Masekela, el gran trompetista y conductor sudafricano notó una vez que en 1999 cuando estaba en el aeropuerto Oliver Tambo de Johannesburgo, estaba escuchando las quejas y los lloriqueos de un tipo blanco sobre los servicios del gobierno negro, y los interpretaba como signos que ese tipo sufría de SEPA, Síndrome de Estrés Pos-Apartheid. Con el gobierno blanco ya fuera del poder y fuera de la mente, se sentía el pobre a la deriva en la nueva Sudáfrica.

No hay que confundirse: como anfitrión de la Copa Mundial 2010 el gobierno negro de Sudáfrica funcionaba como maravilla, comprobando una vez para siempre que el apartheid ya hace muerto y bien sepultado. África del Sur se ha hecho el orgullo de todos los africanos y sus descendientes esparcidos en la diáspora por todo el mundo, orgullo de nuestra cultura, nuestra inteligencia, nuestras capacidades organizacionales, nuestro entusiasmo y nuestro buen humor.

Ay, las buenas memorias que me inundan hasta me llevan lágrimas de alegría a los ojos. ¡Qué tiempo maravilloso tuvimos a la Copa Mundial 2010! Fue un placer inestimable; mucho más allá de la fiesta más fantástica que se pudiera imaginar.

Mi estimación de mis amigos de este gran país anfitrión ha llegado a niveles astronómicos dada la hospitalidad que me han mostrado durante el último mes. Siempre tendrán un lugar muy especial en mi corazón. Los recordaré para siempre, tocando sus cornetas vuvuzela en la veranda despertando a los vecinos y bailando por la casa en la tarde celebrando los eventos que se desenvolvían en los campos de juego por toda esa tierra.

Y siempre recordaré a mi compañera, una mujer dorada, figura de belleza, gracia y estilo, bailando con éxtasis y corriendo para abrazar a los aficionados cerca de nuestros asientos y aun más allá, luego del gol de Donavan en el último minuto de la partida entre EEUU y Argelia que nos adelantaba a la siguiente ronda del torneo. La visión de ella divirtiéndose, gritando a todo dar, sonriendo y platicando constantemente mientras jugaba su equipo la guardaré como memoria preciosa para siempre. Y eso sin mencionar las escenas privadas tan cálidas y emocionantes que me esperaban con ella luego de un gol, para no decir una victoria; cómo me hizo temblar y gritar en noches de éxtasis sin fin.

Decir que es divertida una partida de la Copa Mundial es subestimar la emoción porque en la victoria queda más allá de toda medida. Si uno ha vivido cerca del mar, reconoce para siempre el sonido persistente de las olas en la playa. En turno, quizás el mejor regalo que ha dado esta Copa Mundial al fútbol es él de las cornetas vuvuzela, porque ofrecen una cascada de sonido, una llamada de clarión, un grito de los aficionados en el estadio que esperan motivar a su equipo a aun más grandes hazañas de juego. ¡Ahorra tu voz y toca tu corneta vuvuzela a todo corazón!

Para los aficionados que asistimos a la Copa Mundial 2010 la memoria de los grandes tiempos que tuvimos nos quedará para siempre. Algunos de nosotros vamos a ir a Brasil, es verdad, en donde a ciencia cierta los dueños de la samba nos tienen guardadas unas sorpresas para 2014; pero la Copa Mundial 2010 siempre será especial.

¿Nos divertimos? ¡Claro que sí! Más que eso. Festejábamos, ganábamos mucho peso de la cerveza, la comida, y el exquisito vino sudafricano, y muchos de nosotros vamos a necesitar unas vacaciones para reponernos de los buenos tiempos.

Luego de experimentar un mes extraordinario en Sudáfrica repleto de placeres sensuales voy estar sufriendo durante buen rato de una tristeza pos-Copa Mundial. Con ir a los juegos 2010 gané un mejor sentido de la importancia de los deportes como desahogo para las muchas preocupaciones de la vida. Por mucho, mucho tiempo, cada partida de fútbol que voy a ver la voy a comparar con las que vi en carne propia en Sudáfrica durante este último mes.

¿Y el final? España ganó la Copa en una partida repleta de sorpresas. Yo lo había pronosticado en esta columna. De igual importancia que la partida final, ya para el fin de la Copa Mundial 2010 quedaba bien evidente que Sudáfrica y África misma habían logrado una victoria tremenda, porque las más de mil millones de personas que veían los juegos por todo el mundo llegaban a darse cuenta de que en África hay lugares en donde la gente negra vive vidas ricas y abundantes y que se ha creado un nuevo sentido de esperanza en medio de las múltiples pruebas y tribulaciones de nuestra existencia cotidiana. Aunque no sean perfectos los sudafricanos y el pueblo africano en general, aquí estamos, luchando contra mar y viento para componer las cosas. Con esta Copa Mundial no hemos acabado con la pobreza en África, pero el pueblo africano ha mostrado al mundo que estamos luchando con todas nuestras fuerzas contra ella, y que ya hay esperanzas reales de poder vencerla.

Para finalizar, quiero notar que es magnífico vivir y haber compartido nuestra experiencia de estos momentos de júbilo con gente por toda la tierra en los juegos de la Copa Mundial 2010, y con Uds., gentiles lectores del Mundo Popular.

¡Viva Africa! ¡Viva la humanidad! ¡Viva la Copal Mundial! ¡Viva la vida!

Foto: Nelson Mandela y su esposa Graca Machel son conducidos a través del campo antes del partido final de la Copa Mundial de fútbol entre los Países Bajos y España, en el Soccer City en Johannesburgo, 11 de julio. Eugene Hoshiko / AP