Cuba otorga ayuda médica desinteresada

Alfonso Portillo, el último presidente de Guatemala, no es un aliado de Fidel Castro, pero eso no le impidió elogiar a los médicos cubanos en su discurso de despedida. “Como mi último deber de Estado, no quería perder la oportunidad para presentar nuestra orden más alta de Estado (la Orden del Quetzal) a la heroica brigada de médicos cubanos quienes, frecuentemente, arriesgaron sus vidas para salvar a guatemaltecos.”

Los médicos, las enfermeras y los auxiliares médicos han hecho todas las cosas imaginables durante su estancia aquí. Fueron médicos, mecánicos, transportadores de pacientes y reparadores de equipo de cocina. Ellos sobrevivieron amenazas, malentendidos , fueron ignorados y estuvieron en soledad. Pero ellos se quedaron y pusieron en práctica lo que la amistad significa entre la gente y mostraron la solidaridad internacional de Cuba”.

Cuando el huracán Mitch golpeó América Central en 1998, Guatemala y Honduras pidieron ayuda a La Habana. Dentro de 72 horas, los primeros médicos cubanos llegaron. Les preguntaron en el aeropuerto a donde querían ir. Los anfitriones se sintieron aliviados cuando recibieron la respuesta que habían esperado secretamente escuchar – el lugar donde la necesidad es más grande. Eso significaba dentro de la selva, las montañas, la humedad y el calor. No había electricidad, maestros, transporte con excepción de caminar a pie o usar burros o canoas.

Para gente quienes, si son dichoso, viven o 35 o 40 años, cuya miseria empeoró con el huracán Mitch, está auxilio fue una ayuda enviada por Dios. Las inundaciones se habían llevado sus casas, así como sus caminos, sus maíz y frijoles. El lodo alcanzó a la cintura de las personas. Cadáveres de humanos y animales se quedaron sin enterrar, hubieron muchos mosquitos y enfermedades en todos lados. Nadie había visto médicos antes en estos lugares remotos.

Mil setecientos cubanos, hombres y mujeres han trabajado entre esta gente desde entonces, han ayudando a los pobres. Según fuentes guatemaltecas durante este periodo bajaron el porcentaje de mortalidad infantil de 40,2 a 13,8 de cada 1.000 y salvaron 157.266 vidas.

Cada semana, organizaciones oficiales atacaban a los médicos cubanos, exigiendo que el gobierno los examinara antes de permitirles practicar.

En El Salvador, el cual vaciló antes de pedir ayuda, estos oponentes encontraron un aliado en el Estado presidencial, pero solo por poco tiempo. Cuando el gobierno les dijo a los médicos salvadoreños que tendrían que reemplazar a los médicos cubanos, dejaron de quejarse. Solo el ex presidente de Nicaragua [Arnoldo] Alemán – que fue condenado a 20 años de cárcel por fraude y corrupción – rehusó permitir que los cubanos entraran al país, porque dijo que “vendrían a llenar sus estómagos”. Este comentario hizo enojar aún a sus colegas. La realidad fue muy diferente.

El New York Times publicó un artículo en 1998 sobre los médicos cubanos en el Sur de África, quienes llegaron cuando 2.000 médicos blancos dejaron el país después de las elecciones del 1994 que conformó la regla mayoritaria negra. El periodista había encontrado cubanos en lugares remotos, profundo en el interior. La conclusión del artículo fue que “los cubanos no son materialistas. Ellos hacen más de lo que se les exige en el acuerdo”. Ahora, 44.000 cubanos están ayudando en 83 países. Este número no incluye los varios miles de profesores de alfabetización quienes enseñan en comunidades muy lejanas como la comunidad Maori en Nueva Zelanda.

Germán Padgett era ministro hondureño de Cultura hasta el 2002. En una entrevista con la agencia Mejicana de Prensa Notimex, relató su experiencia. “Los cubanos son profesionales excelentes quienes proveen cuidado cariñoso a sus pacientes y su ética profesional es primero, antes que nada, al contrario de sus compañeros hondureños, quienes ponen el dinero primero.

“¿Cómo es posible” preguntó,”que una gente que ha estado bajo un bloqueo continuo y ha tenido que defenderse por sí misma contra agresiones continuas, no ha perdido sus sentimientos por la solidaridad y el cuidado?”

Tomado del diario alemán Neues Deutschland.