Un año después de Katrina, beneficios para las corporaciones y guerra contra trabajadores

A un año del huracán Katrina, una cosa es evidente: el término “maestros de la decepción” se le puede aplicar a la administración Bush por su manejo de la reconstrucción de la costa del Golfo. A pesar de la visita del presidente a la región el 29 de agosto para una sesiones fotográficas, sus promesas suenan vacías comparadas con los hechos.

Un informe publicado el 17 de agosto por la organización CorpWatch (“Vigilando a las Corporaciones”) enumera una letanía de abusos de poder y dinero por parte de compinches de Bush aprovechándose de una situación de crisis. La lista de personajes es muy conocida, incluyendo a algunas de las mismas corporaciones, tales como Bechtel, Service Corp. International y Halliburton, que ya han saqueado y chapuceado la reconstrucción de Afganistán e Irak. El reporte las califica como “aprovechadas del desastre” que, al igual que en Irak, fueron ofrecidas contratos “costo-plus” que “les permiten sacar ganancias de cualquier dinero que gasten, que es un incentivo para gastar más de la cuenta”.

Las corporaciones que reciben estos lucrativos contratos emplean a contratistas que no son locales, aumentando así los costos y reduciendo ingresos para las comunidades devastadas, reporta el informe. Contratistas afronorteamericanos fueron excluidos aún cuando ofrecieron hacer el trabajo gratis en beneficio a la comunidad, así como por ejemplo en el caso de la recolección de cadáveres después de la tormenta.

Reporta CorpWatch que las corporaciones recibieron contratos astronómicos por trabajo de limpieza, pero por medio de “pirámides de contratistas” lograron reducir la verdadera cantidad gastada en limpieza a una mínima parte de la cantidad total que recibieron las compañías de los contribuyentes norteamericanos.

Por ejemplo, AshBritt recibió un contrato por $500 millones para remover escombros, cantidad que significa más o menos $23 por yarda cúbica de escombros eliminados. Luego ese mismo contrato fue subcontratado cuatro veces. Por fin, la corporación de Nueva Jersey que hizo el trabajo fue pagada solo $3 por yarda cúbica.

En ciertos casos las compañías locales fueron subcontratadas, pero fueron pagadas solo una pequeña parte del contrato original. Una compañía recibió $150.000 en un contrato de $3,1 millones.

La práctica de empleo divisionista y abusiva fue otro problema. Opportunity Agenda [“Agenda de Oportunidad”], un grupo de abogacía social, subraya que “Muchos sobrevivientes afronorteamericanos del huracán fueron excluidos de trabajos de reconstrucción debido a políticas fracasadas de vivienda, discriminación, más una falta de transporte y otros servicios”. Al mismo tiempo, dice el grupo, “Entrevistas con trabajadores de reconstrucción en Nueva Orleáns — muchos de los cuales son jornaleros inmigrantes vulnerables a las prácticas de empleo abusivas — revelaron que gran número de ellos han experimentado problemas de robo de salarios y falta de pago por trabajo, dejando aún más vulnerables a estos trabajadores de bajo salario”.

Rosana Cruz, coordinadora regional del National Immigration Law Center [Centro Nacional de Ley Migratoria] para la costa del Golfo, le dijo a CorpWatch, “El nivel del asalto contra los trabajadores se parece como si fuera una guerra”.

La maestra Gwen Adams, de Nuevo Orleáns, perdió todas sus pertenencias con Katrina. Pero, dice un foro cibernético de comentarios de la AFL-CIO, “el peor daño hecho a su vida vino de lo que algunos han calificado como la segunda crisis de Katrina: la acción legislativa y otra que, bajo el pretexto de abrir espacio en el presupuesto para los gastos de la reconstrucción, recortan programas sociales, minando a los sobrevivientes las oportunidades para volver a casa y negándoles el apoyo necesario para comenzar de nuevo en otra parte”.

Cuando el estado cerró las escuelas públicas después de la tormenta, Adams, que tenía 25 años enseñando en Nuevo Orleáns, se encontraba entre los 4.500 maestros, en su mayoría integrantes del sindicato United Teachers of New Orleans [“Maestros Unidos de Nuevo Orleáns”]/AFT que se vieron obligados a jubilarse o perder sus trabajos.

Nuevo Orleáns tuvo 128 escuelas públicas antes de Katrina. Abrirán este mes solamente 53, entre ellas 33 escuelas autónomas “por contrato” [“charter schools”] el mayor número en toda la nación. El distrito escolar local solo maneja a cinco de ellas. Las demás quedan bajo el manejo del Distrito Escolar de Recuperación, un organismo estatal. Los empleados de este último no gozan de ninguna protección sindical.

Adams declaró que el motivo verdadero fue él de destruir los sindicatos. “Hacen años que están tratando de destruir al sindicato. Usaron al huracán como una excusa. Ahora sin sindicato pueden decirles a los maestros que trabajen los sábados. Tengo una amiga que un día por semana no tiene hora de almuerzo programado. Los oficiales de la escuela la dijeron que puede ser su ‘día de dieta’”.

Mientras tanto, la ABC News reportó sobre alegaciones de fraude masivo por parte de la compañía de seguro State Farm Insurance en un esfuerzo por minimizar desembolsos a sus clientes en Mississippi. Dos ajustadores independientes que habían trabajado para State Farm dijeron que los supervisores presionaban a ingenieros independientes a preparar reportes concluyendo que los daños fueron causados por el agua, cosa no cubierta bajo pólizas de State Farm, en lugar del viento.

Las alegaciones, si se comprueban, puedan validar los reclamos de miles de amos de casa que no han podido cobrar suficiente dinero del aseguro para poder reconstruir sus casas.

El estado de Mississippi sigue luchando por conseguir ayuda a áreas arrasadas por la tormenta. Jaribou Hill, director ejecutivo del Centro de Trabajadores por los Derechos Humanos de Mississippi, dijo que la catástrofe ha subrayado las disparidades raciales ya existentes antes de la tormenta.

En vez de reconstruir viviendas para la gente de escasos recursos, se está dando prioridad a los casinos, negocios que ofrecen trabajos a bajo salario que solo ayudan a mantener a gente en la pobreza, dijo Hill. “Están construyendo con fines de lucro, no para reconstruir las vidas de la gente”.