NUEVA YORK — Con Estatua de la Libertad y la Isla Ellis cerca, 125.000 personas, ambas nacidas aquí, salieron el 10 de abril como parte de la histórica Jornada de Justicia para Inmigrantes. Fue la manifestación más grande hasta la fecha por los derechos de los inmigrantes en Nueva York.
En este día de acción se movilizaron unos 2 millones a través del país. Esta cantidad, junto con la naturaleza festiva, familiar, pacífica, y trabajadora de las manifestaciones fueron una marca de este nuevo movimiento pro derechos civiles. Esa naturaleza histórica se vio en los reportajes en los diarios en todas partes del país.
La masiva muestra de unidad entre el movimiento sindical, religiosos, grupos étnicos, comunitarios de derechos civiles y pro paz con los inmigrantes se vio en estas y las otras marchas por todo el país. Aunque la lucha pro inmigrantes indocumentados y las manifestaciones que inspiró se pintan como una lucha que es solo mejicana o de latinos no ciudadanos, las manifestaciones enseñaron algo muy diferente. El clero católico, protestante, judío, musulmán, junto con oficiales públicos de la ciudad, el estado se unieron junto con los ambos senadores de Nueva York en solidaridad con los indocumentados. Sectores de las comunidades puertorriqueñas, afronorteamericanas, y anglos se unieron a una amplia gama de la gente de Estados Unidos que fue testimonio de que los derechos de los inmigrantes no ciudadanos es importante para todos los sectores de los pueblos en este país.
Los manifestantes portaron miles banderas norteamericanas entremezcladas con las banderas de sus países originales que son parte la inmigración neo-yorquina. Estas transformaron a la Broadway en un mar de colores. Las banderas representaron todos los continentes y, parecía, casi todos los países del mundo, desde Senegal, Colombia, Irlanda y hasta Australia.
“Sí, cargo dos banderas hoy”, nos dijo Juanita, una trabajadora indocumentada de hoteles que labora en Manhattan. “La bandera hondureña significa mi familia y mi pueblo natal. La norteamericana me representa a mi ahora ... Soy orgullosa de donde vengo pero también de donde estoy ahorita”.
La solidaridad entre los inmigrantes de diferentes nacionalidades era evidente. “Los irlandeses están con ustedes 100 por ciento”, dijo Brian McKenna, de Grupo de Presión Irlandés por la Reforma Migratoria. “Vamos a legalizarnos. Mantengámonos unidos sin importar si eres negro, pardo o blanco. Somos uno — Sí se puede”.
Un representante de la Asociación Benévolo China hizo eco de las palabras de McKenna. “Sí se puede”, él grito. Él comparó la situación de los inmigrantes de hoy a lo que pasó en el 1882 cuando la Ley de Exclusión China causó a “miles de familias ser separadas”.
La actriz y dramaturga Sarah Jones le dijo a los manifestantes, “Nosotros no debemos pelear uno contra otra por migajas, mientras ellos se festejan con nuestro trabajo y roban de todos nosotros. Como una mujer negra, yo estoy con ustedes”.
Esta jornada le envió un mensaje al presidente Bush y al Congreso que “Somos trabajadores, no criminales”. El “compromiso” proyecto de ley de reforma migratoria se deshizo el abril 7 por las protestas. Cualquier proyecto migratorio no va a poder criminalizar a los indocumentados, según los manifestantes, y tiene que incluir un proceso claro a la normalización de la condición migratoria de los indocumentados y a la ciudadanía. La legislación debe unir familias y proveer derechos civiles y laborales, enfatizaron los oradores en la manifestaciones.
Los sindicatos jugaron un papel importante en la manifestaciones. “Ustedes merecen la oportunidad de salir de las sombra – mantengan su frente en alto para seguir una vía clara que los lleve a la residencia permanente en este país. Ustedes merecen un sitio claro de trabajo, salarios justos con beneficios, trato justo, respeto y dignidad”, dijo Linda Chávez-Thompson, vicepresidente ejecutiva de la AFL-CIO.
Muchos hicieron énfasis en el papel que jugaron los inmigrantes en la historia estadounidense. “Todos somos inmigrantes”, dijo Randi Weingarten, presidenta del sindicato de maestros de Nueva York. “No podemos virar nuestra espalda a nuestro país y pueblo”. Ella dijo que los maestros no quieren ser “soplones” o espiar a sus estudiantes.
“Esto es una manifestación por los derechos humanos, por el alma de nuestro país”, dijo Donna Lieberman a Nuestro Mundo. Lieberman, que encabeza a la Unión Neoyorquina por las Libertades Civiles, dijo que la noción de que los inmigrantes estaban “robando” a empleos es equivocada. “Ellos son una parte crítica de nuestra economía y una parte crítica de nuestra sociedad”.
La opinión pública respalda la demanda para una vía a la ciudadanía. Una encuesta de Washington Post–ABC News muestra que 63 por ciento apoyan permitir en el país a los inmigrantes indocumentados que han vivido cierto números de años en el país y al fin llegar ser ciudadanos. Solo uno en cinco apoya a las medidas de criminalización del proyecto HR 4437 de la Cámara. Un 61 por ciento se oponen a como el presidente Bush brega con la reforma migratoria.
Otras marchas y manifestaciones ocurrieron en más de 150 pueblos y ciudades de EEUU.
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